Uruguay impulsa la construcción en madera para reducir sus emisiones

20 julio, 2022

Uruguay está abriendo la puerta a una transición hacia la sostenibilidad en infraestructura. Así como reconvirtió su matriz energética hace dos décadas, con 94% de la electricidad producida a partir de renovables entre 2017 y 2021, ahora prepara las condiciones para el liderazgo regional en una nueva revolución: la construcción en altura con madera.

(Fuente: Dialogochino.net) Dos acontecimientos recientes han impulsado el sector: la construcción, en Uruguay, de la primera planta de Sudamérica que fabrica madera laminada cruzada (CLT) -un producto de ingeniería de la madera considerado por muchos como una alternativa sostenible al hormigón y al acero- y el anuncio del gobierno de una «hoja de ruta» para la construcción de viviendas sociales con estructuras de madera.

Sin embargo, la realización de un cambio más amplio se enfrentará a desafíos. El gobierno tendrá que adaptar la actual normativa de construcción, aunque ya se han introducido cambios y se están preparando otros. También tendrá que implicar a la industria, los profesionales y el mundo académico, para formar a los trabajadores y vincular el sector a las políticas medioambientales nacionales y mundiales.

Pero, dado que la construcción representa el 9% de las emisiones de carbono de Uruguay (sin tener en cuenta las emisiones del transporte relacionado con la construcción), la superación de estos retos podría ayudar al país a dar nuevos pasos significativos hacia su objetivo de ser carbono neutral en 2030.

La construcción en madera

Aunque la madera ha sido un material de construcción a lo largo de la historia, a partir de la Revolución Industrial empezó a dominar el uso del hierro, el vidrio, el acero y, más tarde, el cemento, siendo la madera más vulnerable al agua, el fuego y los insectos. Hoy en día, sólo el 18% de la población mundial vive en viviendas de madera, y se utiliza mucho menos en la construcción de estructuras públicas, comerciales, industriales y de oficinas.

Los materiales modernos han hecho posible la construcción de estructuras más grandes y altas, pero todo el ciclo de producción, transporte y construcción ha dependido del uso intensivo de combustibles fósiles. Un árbol, sin embargo, funciona a la inversa. Secuestra el carbono a medida que crece y puede convertirse en madera con métodos industriales mucho menos contaminantes.

En comparación con otros productos fabricados a partir de materiales no renovables o que generan muchas emisiones (como el cemento o el acero), los productos de madera son responsables de menos emisiones de gases de efecto invernadero a lo largo de todo su ciclo de vida. Por cada kilogramo de carbono de los productos de madera utilizados en la construcción para sustituir a los productos no madereros, se estima que se pueden evitar 1,2 kg de emisiones de carbono.

En otros lugares, según un estudio de la Universidad de Yale y la Universidad de Washington, «el uso de sustitutos de la madera podría ahorrar entre el 14% y el 31% de las emisiones mundiales de CO2 y entre el 12% y el 19% del consumo mundial de combustibles fósiles si se utilizara entre el 34 y el 100% del crecimiento sostenible de la madera en el mundo».

En Uruguay, donde la generación de electricidad se basa casi en su totalidad en las energías renovables, el consumo de energía de un aserradero para producir materiales de construcción de madera se apoya probablemente en la generación hidroeléctrica, eólica, solar y de biomasa.

¿Qué es la madera laminada cruzada?

El desarrollo de la madera laminada cruzada comenzó en Austria en la década de 1990, y desde entonces el material ha sido capaz de soportar edificios de 25 plantas, al tiempo que se han reducido sus riesgos de incendio y se ha mejorado su resistencia a la humedad y las plagas. Este año se inauguró un bloque de torres de 86,5 metros en Estados Unidos, que superó a otro en Noruega para convertirse en el edificio con estructura de CLT más alto del mundo.

Los paneles de CLT se fabrican con múltiples capas de tablas de abeto o pino secas -normalmente tres, u otro número impar- cruzadas a 90 grados y pegadas entre sí, y hechas a medida para cada proyecto de construcción. Los paneles se pueden ensamblar de forma similar a los de Lego. Se utilizan como elementos estructurales, como paredes interiores, forjados, columnas y vigas, así como en fachadas, y se integran con vidrio, aluminio y otros materiales. Permiten una construcción más ecológica, rápida, barata y limpia.

El CLT es «el producto estrella a nivel internacional en la construcción de edificios de madera», escribió Daniel Godoy, profesor de arquitectura de la Universidad de la República en Montevideo, en un estudio de 2019. «Con una lógica diferente a la de otros sistemas de madera (…) permite un nicho de mercado: los edificios [de madera] en altura de más de cuatro niveles», dijo.

Los paneles CLT presentan ventajas medioambientales en todo su ciclo, desde la producción de los árboles hasta el proceso industrial, el transporte, el montaje in situ y el consumo energético de los edificios resultantes, asociado a la capacidad aislante de la madera frente a otros materiales.

En un camión cabe cinco veces más material que en la construcción tradicional, debido a la diferencia de peso de los paneles con respecto al hormigón y el acero, lo que reduce en una quinta parte las emisiones de carbono en la fase de transporte, según las estimaciones de Godoy.  El uso de CLT también reduce la cantidad de residuos generados en las obras

Para levantar un edificio de 20 plantas de hormigón y acero, se emiten unas 1.215 toneladas de carbono en la construcción y el transporte de los materiales, según el arquitecto estadounidense y experto en construcción con madera Michael Green. El mismo edificio hecho con madera podría secuestrar 3.150 toneladas de carbono durante el crecimiento de los árboles utilizados para construir sus paneles.

Valor agregado a la industria del pino

La instalación en Uruguay de la planta de CLT más grande de Sudamérica pondría a disposición del mercado local y regional un insumo estructural que es escaso en la región y necesario en el proceso de transformación a mayor escala del sector de la construcción.

En abril de 2021 el empresario uruguayo Matías Abergo se asoció con el estadounidense Mike Crandall para comprar por US$ 25 millones el aserradero Frutifor en el departamento de Tacuarembó. Fundaron la compañía Arboreal y comprometieron otros US$ 34 millones para transformarlo en la planta de CLT, que comenzará a producir entre noviembre y diciembre de 2022.

Crandall es ex empresario estadounidense del petróleo que se asume como un “arrepentido” de haber explotado energías fósiles. En la década de 1980 fue conocido como “Mr. Oil”, trader de petróleo para Morgan Stanley y Glencore, antes de fundar el gigante Trafigura Group en 1993.

Pero en 2006 se pasó a las energías verdes. Creó Postscriptum, un grupo de capital de riesgo que invierte en energías renovables. Crandall compró una casa en Punta del Este (este de Uruguay) que necesitaba una reforma. Contrató a Enkel Group, la constructora de Abergo, quien lo interesó en el proyecto de instalar una fábrica de CLT en Uruguay.

Enkel Group había usado la técnica de CLT para levantar en 2018 un complejo de seis edificios de tres niveles y 1.800 metros cuadrados para la cadena hotelera Vik, en el balneario José Ignacio de Uruguay. Fue un ejercicio pionero en Sudamérica, ensamblado en pocos meses con 504 metros cúbicos de madera laminada importada de Italia.

¿Pero, por qué usar materiales importados? Los paneles son elaborados con madera de pinos jóvenes (10 a 15 años), un recurso existente en Uruguay y que se exporta en rolos, con poco valor agregado.

Las exportaciones de pino en rolo en Uruguay crecieron 115% en 2021, casi el doble de lo que aumentaron las exportaciones totales de madera (64%). Los rolos de pino representaron US$ 240 millones de un total de US$ 569 millones en madera exportada.

La capacidad instalada de los aserraderos de pino nacionales permite un consumo de entre 3.000 y 4.000 hectáreas de bosque maduro por año. La superficie destinada a plantaciones de pinos debería estar entre 60.000 y 80.000 hectáreas totales para suplir esa demanda. Y actualmente es más del doble de ese número.

Arboreal calcula que el volumen de árboles maduros es más que suficiente para abastecer un procesamiento industrial de 600.000 m3 anuales de placas de CLT cortadas a medida, una producción que se proponen alcanzar en el corto plazo: entre 50% y 60% para el mercado interno y el resto para exportación.

Un cambio de paradigma

El cambio de paradigma al CLT es visto como algo complejo desde la industria. Julio Canarano, integrante y asesor de la Asociación de Promotores Privados de la Construcción del Uruguay (Appcu), afirmó que ve positivamente los cambios que el Ministerio de Vivienda está introduciendo para la construcción en madera.

Sin embargo, dijo que “a Uruguay siempre le ha costado abrirse a materiales alternativos en la construcción porque esa industria es muy tradicionalista”, y puso como ejemplo la lentitud para incorporar el uso del yeso cuando ya estaba impuesto en el mundo.

Desde Arboreal dijeron a Diálogo Chino que el mercado está haciendo consultas y que muchos arquitectos interesados en conocer la técnica se comunican con la firma, que participó en Montevideo por primera vez de una feria de la construcción. Consideran que es necesario formar una masa crítica e informar al sector y al público porque persiste el preconcepto de que “la madera se quema, apolilla y se pudre”.

Según APPCU otro desafío es la mano de obra en el país. En este sentido Arboreal tiene previsto capacitar inicialmente a 6.000 trabajadores de la construcción en todo el país para “que pasen de usar balde con mezcla y cuchara de albañil, a nivelador laser y herramientas de automatización”, dijo Matías Abergo.

“Esto es montar un Lego sin hacer fuerza, todo está diseñado para que las paredes queden rectas sin esfuerzo, y los trabajadores se van limpios a su casa”, afirmó. El ciclo de capacitación involucra a universidades nacionales como la Universidad del Trabajo (UTU), al Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) y a la central sindical PIT-CNT.

Eduardo Burgos, del PIT CNT, dijo a Diálogo Chino que les interesa capacitar a trabajadores y técnicos, pero también conocer el sistema para evaluar si es viable usarlo para la construcción de viviendas por parte de cooperativas. En Uruguay hay un déficit de entre 60.000 y 70.000 viviendas, según las autoridades.

“Tenemos un diálogo bastante fluido con la empresa Arboreal, ahora estamos presupuestando una cooperativa nuestra para ver cuánto sale el metro cuadrado”, dijo Burgos. Desde la empresa estiman un precio estándar de unos US$ 1.100 el m2, según la cotización de mayo presentado por Arboreal en un documento al Ministerio de Vivienda.

El PIT CNT considera además que “el modelo productivo no puede ser exportar rolos y celulosa, sino meterle valor agregado, conocimiento y tecnología a esos procesos; somos defensores de los sistemas no tradicionales que abaratan la construcción”.

Tanto el aserradero como la planta de CLT y los procesos asociados a las plantaciones de pinos y distribución de los materiales suponen generación de empleos, indican tanto la empresa como la central de trabajadores.

Según un informe de 2021 de Uruguay XXI sobre el sector forestal se asegura una disponibilidad de madera de pino muy importante durante los próximos 20 años, con picos de volumen muy grandes en el futuro cercano: “Un promedio anual superior a los tres millones de metros cúbicos que supera ampliamente la capacidad industrial instalada de Uruguay”.

Fuente: Dialogochino.net

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