(Nota publicada en diario La Nación) El sector foresto industrial argentino ya empieza a ser llamado “la vaca verde”. Sucede que tiene potencial como para atraer US$7000 millones en inversiones en los próximos años, crear 186.000 puestos de trabajo y quintuplicar las exportaciones actuales hasta llegar a los US$2600 millones anuales. Podría convertirse en protagonista del plan 2030 de desarrollo productivo.
Esta industria agrupa en el país un patrimonio de 1,3 millones de hectáreas de plantaciones forestales; 53 millones de hectáreas de bosques nativos; exportaciones por US$550 millones; 100.000 empleos directos, y 6000 pymes de distinto nivel de transformación de la madera.
Según comentaron en la Asociación Forestal Argentina (AFoA), las inversiones estimadas incluyen dos plantas de papel, una planta de celulosa, diez aserraderos de nivel internacional y el desarrollo de empresas para fabricación de casas de madera, paneles y energía térmica. Además, solo en plantaciones, se apunta a pasar de la superficie actual de 1,3 millones de hectáreas a una de 2 millones), lo que demandará US$1000 millones.
“Existe un ideal de una nueva Argentina Forestal, que genera materia prima sostenible para alimentar industrias y sectores estratégicos como ser las energías renovables, la construcción de viviendas; el papel (el país importa unos US$1000 millones al año en papeles) y biorrefinerías que aportan a múltiples productos sostenibles, como los textiles y la nanocelulosa, entre otros rubros”, opina Osvaldo Vassallo, presidente de AFoA, entidad que el 15 de este mes celebrará su 75° aniversario.
El 21 de marzo pasado el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, recibió a los representantes del Consejo Foresto Industrial Argentino (Confiar), que abarca a todos los actores del sector: la Asociación de Fabricantes de Celulosa y Papel (AFCP); AFoA; la Asociación de Fabricantes y Representantes de Máquinas, Equipos y Herramientas de la Industria Maderera (Asora), y la Federación Argentina de la Industria de la Madera y Afines (Faima). En ese encuentro, se le presentaron los proyectos productivos y de inversión.
Claudio Terrés, presidente de AFCP, dice que el sector de celulosa y papel tiene un alto potencial de crecimiento en el país por la ventaja comparativa que representa la disponibilidad forestal en la región mesopotámica. “En términos de inversión las plantas de celulosa (o biorrefinerías) son capital intensivas, del orden de 2000 a 3000 millones de dólares cada unidad productora. Teniendo en cuenta la disponibilidad actual de 1,3 millones de hectáreas de plantaciones forestales [mano de obra intensiva], se podrían instalar entre dos o tres fábricas”, estima el directivo.
Terrés subraya que la Argentina tiene una materia pendiente en el desarrollo de la cadena foresto industrial. Los países de la región han recibido más de US$30.000 millones de inversiones en los últimos 10 a 15 años. “Hoy contamos con el proyecto Ysyry Cuatiá, que implicaría una primera inversión de casi 1000 millones de dólares. Recientemente, Paraguay anunció el proyecto Paracel, del grupo Zapag, con una inversión superior a los 3000 millones de dólares, pero que se abastecería de madera argentina. No debemos dejar pasar ninguna otra oportunidad más”, sugiere.
Actualmente la balanza comercial del sector es negativa (con un rojo de US$500 millones), pero, en opinión de Terrés, con una sola planta que exporte celulosa la situación se revierte rápidamente. El potencial de crecimiento de las exportaciones también resulta muy importante, como así también la sustitución de importaciones de productos hasta ahora no fabricados localmente por problemas de escala.
Fernando Correa, principal de AFRY Management Consulting y especialista en el mercado forestal, dice que el plan estratégico está diseñado en función de la demanda de distintos tipos de productos, encuadrado en el potencial de la madera que existe en el país, donde predomina el pino, que es muy requerido para los insumos con los que se hacen empaques, y el eucaliptus, que se usa para fabricar papel higiénico. “La Argentina tiene la característica de que es casi el único en el mundo que tiene mucha materia prima y poca industria, ya que la última inversión grande en ese sentido se hizo hace 40 años”, afirma.
Correa aclara, sin embargo, que la Argentina tiene dificultades externas al sector foresto industrial, que hace que sea menos atractivo que Uruguay o Paraguay, que ofrecen mayor seguridad jurídica y mejores regímenes fiscales. “El plan estratégico cubre todos los sectores industriales de la cadena foresto industrial, lo que significa que no es solamente celulosa. Las inversiones estimadas se harán de forma tradicional, lo que implica un 30 de equity y 70% de financiamiento”, explica el especialista.
La idea, según indica Correa, es que estas inversiones se hagan por parte de grandes grupos industriales argentinos y empresas internacionales. “Hay grupos que hoy no están en esta industria, pero que pueden ingresar con grandes desembolsos si se dan las condiciones. Por ejemplo, cuando Papel Misionero se puso en venta y lo compró el Grupo Arcor fue el caso de una compañía que no estaba en el rubro, pero que pasó a integrarlo”, señala.
En lo que respecta a los mercados en los que se colocarían las exportaciones forestoindustriales, la estrategia es apuntar primero a los más maduros, como Japón, Estados Unidos y Europa, que tienen una demanda interesante, pero que no crece, y también China, que es el que mueve la balanza.
Pero para que las inversiones den sus frutos también será necesario avanzar en el aspecto tecnológico. Según Osvaldo Kovalchuk, vicepresidente de la Asociación de Fabricantes y Representantes de Máquinas, Equipos y Herramientas de la Industria Maderera (Asora), además de promover la forestación fijando metas, se necesita intensificar la innovación tecnológica en todos los procesos. “En nuestro país hay empresas que cuentan con la misma tecnología que se usa en Europa, pero, lamentablemente, esas empresas no son mayoría. Para lograr que esos cambios lleguen a más y más empresas, necesitamos que se dispongan de estrategias o planes de desarrollo integral, industrial y tecnológico como lo han hecho los países de nuestra región, donde las empresas foresto industriales lograron aumentar significativamente su productividad”, comenta.
Por Carlos Manzoni en diario La Nación